Siete noches y
sus días se perdió entre los vericuetos de sus páginas. Historia, que se le
desvelaba conforme sus manos se deslizaban por sus hojas. Humedeciéndose los
dedos para asegurarse de que aquella secuencia era, la marcada por el escritor.
Comprendió entonces que, necesitaría una inmensa paciencia para descubrir aquel
misterio, pero no le importó, porque tenía el resto de su vida por delante.
Cada letra era
saboreada como si fuera la primera vez que la pronunciase y, a veces, dejaba
que el libro le susurrase algún verso, sólo, para complacerse con la cadencia
de su voz.
Y así era como se
entregaba cada noche a esa naturaleza escrita que pareciera envolverla en el
más cálido de los abrazos.
inspirado en el cuento de Isabel Allende, "el palacio imaginado"
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